EL CUIDADOR EN LA TERCERA EDAD

 

EL CUIDADOR EN LA TERCERA EDAD

Ser cuidador es una enorme responsabilidad.

Una labor agotadora y llena de altos y bajos emocionales.  Con la edad ésta responsabilidad se va convirtiendo en una  “carga emocional” que agobia y  llena de dudas y preguntas: Qué pasará si yo no estoy? Quién lo cuidará? Será feliz? Lo trataran bien? Pasará hambre y frío?
Son tantas las preguntas y tan pocas las respuestas.

Cuando estamos jóvenes asumimos que nada nos pasará y que estaremos ahí, con ellos, siempre.  La realidad es que todo es incierto.  El estar, ahora, puede no ser tan real como quisiéramos.  Es como cuando decimos, estaremos hasta llegar a viejitos. Y bien, llegamos.  Ahora?

Les voy a compartir mi historia personal, real.  La historia que posiblemente sea la historia de muchos de ustedes que me leen.

Tengo 58 años y soy cuidadora-madre de un joven adulto de 24 años con múltiples condiciones de salud.  Mi hijo Jadriel es cuadraplejico.  Un diagnóstico de perlecía cerebral e hidrocefalia, espasticidad fluctuante, retraso leve y un corazón con tanto amor para dar que le queda pequeño el que tiene.

A los treinta y tantos, cuando Jadriel nació, sabía que la vida que comenzaba junto a él ya no sería la misma.  Y les aseguró que desde el primer día me he hecho las mismas pregunta; y he recibido las mismas respuestas, ningunas.

Hace ya un año, sufrí un quebranto serio de salud que me obligó a estar hospitalizada unos 12 días y otros tantos  más en procedimientos ambulatorios.  Todo ocurrió a una semana de estar sufriendo los estragos que dejó el huracán María.

Ese episodio fue una ensayo para tomar acción respecto al futuro de Jadriel sin mí.

Es así que cuando el cuidador adulto mayor, el viejo, el de la tercera edad nos enfrentamos a la realidad del ciclo de la vida <nacer-vivir-morir> el momento es ahora, establecer claramente que debe ser el futuro de esa persona que esta bajo nuestro cuidado.

Yo, es mi hijo, pero ustedes pueden ser su esposo, hermano, padre, madre, etc.

Nuestra responsabilidad continua, aún después de no estar con ellos.  Y no solo nuestra partida física, sino también, que lleguemos a un deterioro físico o mental que nos impida tomar sabias decisiones.  Es por tanto, que debemos establecer claramente, por escrito, legalizado: qué, quién, dónde y cómo será el futuro de ellos, sin nosotros.

VELAR  POR SU FUTURO

Podemos minimizar el impacto de nuestra ausencia o incapacidad:

  1. Es sumamente importante que se establezca todo por escrito, notariado con un abogado y que hayan testigos firmantes.  Algo así como un “testamento” pero de reglas y acuerdos que se deben seguir.
  2. El manejo de las finanzas – delegar en 2 personas que sean las autorizadas el manejo de las finanzas y la toma de decisiones respeto a su bienestar, y el nuestro.
  3. Lugar y con quien vivirá.
  4.  A su fallecimiento cómo se procederá y si dejara algún bien material como será distribuido.

Aunque por fe creemos que “estará bien”, la realidad puede ser otra.
Vemos continuamente el deterioro de nuestra sociedad y el abandono  a nuestros viejos, personas con impedimentos, y si son adultos-viejos con impedimentos la realidad es aun peor.
Creer que el gobierno velará y cuidará de ellos, es totalmente irreal.

Hay organizaciones e instituciones que pueden brindarles información y ayuda para poder completar los tramites de “testamento” o “Acuerdos”

La realidad y la responsabilidad es nuestra, y tomar acción debe ser ahora.

 

 

 

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