Siempre he escuchado esa frase: ‘tienes que aceptar lo que la vida te da’. Pero yo te voy a decir algo… NO. Yo no acepto la condición de mi hijo, ver todo lo que ha sufrido; verlo postrado en una cama. No puedo aceptar el cáncer de mi esposo, su deterioro, como las quimioterapias lo consumían en busca de “sanar”. Y no, no se trata de falta de fe ni es rebeldía. Se trata de ser honesta. De no ser hipócrita conmigo misma, ni con Dios…es mi humanidad.
Aceptar… aceptar es una palabra muy grande. Muy pesada. Aceptar es rendirse ante algo y decir: “está bien, esto es parte de mi vida y lo abrazo con tranquilidad”. ¿Y cómo se acepta que tu hijo haya perdido su salud, que cada día tenga que luchar para sobrevivir? ¿Cómo se acepta que tu esposo tenga que vivir con una enfermedad que amenaza su vida a diario?
¿Tú sabes lo difícil que es decir ‘acepto’ cuando una madre pierde a su hijo? Eso no se acepta. Se aprende a vivir con ese vacío, con ese dolor, con esa herida que nunca sana del todo. Pero no se acepta.
¿Cómo una familia puede aceptar que un fuego consuma todo lo que construyó por años? No lo acepta. Aprende a vivir sin lo material. Aprende a empezar de cero. Aprende a encontrar esperanza en medio de las cenizas. Pero no lo acepta.
Aceptar sería decir ‘está bien’, y no, no está bien. No está bien que te quiten a un ser querido. No está bien que la vida te cambie el plan de un día para otro sin previo aviso.
Aceptar y aprender a vivir con… no es lo mismo. Aceptar es resignarte. ¿Aceptar con resignación? Sabes lo que significa resignación? La resignación implica renunciar a cambiar las circunstancias. También significa conformarse con lo que sucede, a pesar del daño que pueda causar. Eso no puede ser posible. Aprender a vivir con… es sobrevivir, adaptarte, resistir y, con el tiempo, reconstruirte.
Aprender a vivir con algo es como caminar con una piedra en el zapato. Sabes que está ahí, te molesta, duele… pero sigues caminando. Aprendes a dar los pasos de otra manera. Te detienes cuando el dolor es mucho. Pides ayuda cuando no puedes más. Pero no por eso esa piedra deja de doler.
Y a veces te dicen: ‘mira ya, tienes que aceptar las cosas como son’. ¿Pero por qué? ¿Quién dijo que tengo que aceptar lo inaceptable? En lugar de eso, aprendamos a buscar alternativas. Herramientas. Maneras de aprender a vivir con lo que pasó, con lo que está pasando.
Esas herramientas son claves. Son herramientas de sanación. De supervivencia. De fe. Herramientas que nos permiten encontrar paz y sanidad espiritual en medio del caos. No nos obliguemos a aceptar. Vivir desde el amor, desde el dolor, desde la verdad, y desde la realidad. Aprender también a vivir en la transformación. No siempre podemos cambiar las cosas que ocurren, pero sí podemos cambiar cómo nos enfrentamos a ellas. Vivamos desde la humanidad que también duele, pero esa misma humanidad nos levanta.
“Aceptar no es lo mismo que aprender a vivir con. Y no, no tengo que aceptar lo inaceptable. Lo que sí he hecho es buscar fuerza, herramientas, fe… para vivir con lo que me tocó. Porque el dolor no se borra con frases hechas. Se sobrevive. Se transforma. Y desde ahí, doy gracias. No por lo que pasó… sino por lo que me sostiene cada día.” WandaGisela
Y ojo, no aceptar no significa vivir en agonía. No significa quedarte atrapada en una nube negra de dolor todos los días. No se trata de repetirnos en la mente: “no acepto, no acepto, no acepto…” No. Es como si guardaras eso —ese dolor, esa pérdida, ese evento que marcó tu vida— en una gaveta del alma. Está ahí. No lo puedes borrar. Pero no le das permiso para gobernar tu paz. Aprendes a vivir con lo que está en esa gaveta. Con respeto, con dolor, pero también con esperanza.
Y en medio de todo eso, lo que me sostiene es la gratitud. La gratitud no por lo que pasó… sino por lo que me ha permitido vivir con lo que pasó. Por la fortaleza emocional. Por la fe. Por la capacidad de no dejarme vencer.
Doy gracias por haber aprendido a vivir con mi realidad. No porque la acepto, sino porque decidí seguir. Porque Dios me ha enseñado que hasta el dolor puede tener propósito, aunque yo no lo entienda.
No confundas aceptar con aprender a vivir con.
5 HERRAMIENTAS PODEROSAS DE SANACION
Aquí te comparto 5 herramientas poderosas de sanación. Estas herramientas podrían ayudarte a aprender a vivir con lo inaceptable. Se basan en un enfoque emocional, espiritual y humano. Me han ayudado en mi proceso de sanación, como mamá y esposa cuidadora.
1. Espiritualidad con propósito
Conectarte con algo más grande que tú te brinda una base firme. Dios, la fe o tu propósito de vida, estos elementos ofrecen un apoyo sólido. No se trata de tener todas las respuestas. Se trata de tener a quién hacerlas. También se trata de creer que aunque no entiendas el “por qué”, puedes encontrar un “para qué”.
➡️ Orar, meditar, leer la Biblia o simplemente hablar con Dios puede traer paz incluso en medio del caos.
2. Red de apoyo emocional
No te aísles. Busca compañía en personas que te escuchen sin juzgar. Prefiere a aquellas que no intenten “arreglar” lo que no se puede arreglar. Simplemente, estar presente es sanador.
➡️ Amigos, terapeutas, grupos de apoyo, comunidades de fe… rodéate de gente que sostenga tu alma cuando tú no puedes.
3. Escritura y expresión emocional
Escribir lo que sientes te permite soltar, procesar y entenderte mejor. La escritura es una forma íntima de validar tus emociones y darles un espacio seguro.
➡️ Lleva un diario donde hables de tu dolor. Incluye tus miedos y tus pequeños avances. Es una forma de liberar lo que llevas dentro.
4. Cuidar tu cuerpo para sostener tu alma
El autocuidado no es superficial. Dormir, alimentarte bien, caminar, y respirar profundo son actos de amor propio. Estos actos te ayudan a tener la energía emocional para resistir lo inaceptable.
➡️ Tu cuerpo también necesita consuelo. Dale descanso, movimiento suave y alimento con intención.
5. Aceptar que no tienes que aceptar
Esta es una herramienta en sí misma: no forzarte a aceptar lo que tu alma aún no puede abrazar. Reconocer que lo inaceptable existe, y aun así elegir, seguir, caminar, amar, cuidar, agradecer… esa es tu forma de vida.
➡️ Aprender a vivir con lo que duele, sin necesidad de justificarlo o resignarte, es un acto de valentía silenciosa.
Y si hoy te cuesta respirar por lo que estás viviendo… no te culpes. No tienes que aceptar nada. Solo aprende a vivir a tu ritmo. Ten la certeza de que, aun así, hay vida. Y mientras haya vida, hay propósito.
El contenido compartido en esta publicación está basado en mi experiencia personal como cuidadora, madre y mujer de fe. No sustituye la orientación médica, psicológica ni terapéutica profesional. Si estás atravesando una situación de salud mental, emocional o espiritual, busca apoyo profesional. No sientas que debes manejarlo sola. Pedir ayuda también es una forma de aprender a vivir con lo que nos duele.
Hace unos días volví a ver una película que me tocó profundamente cuando la vi por primera vez. Se llama “Los principios del cuidado” (2016) y está en Netflix. No es una película muy conocida, pero tiene mensajes poderosos que quienes cuidamos a otros vamos a entender bien.
En una de las escenas, una trabajadora social le habla al protagonista sobre los principios básicos para poder ser cuidador. Y fue ahí donde volví a conectar con algo que siempre repito: cuidar no es solo una tarea. Es un compromiso emocional que lo cambia todo.
Como cuidadora de mi hijo y de mi esposo, sé lo que implica entregarte cada día sin descanso. También sé que muchas veces lo hacemos en silencio, sin manual, sin pausas. Por eso, parte de mi misión como comunicadora es compartir herramientas. Estas herramientas realmente nos ayudan a quienes estamos en este rol tan exigente. Es un rol tan lleno de amor.
Ser cuidador no es solo una responsabilidad, es un compromiso emocional que toca cada aspecto de nuestra vida. Pero en medio de esa entrega, a veces olvidamos lo más importante: nosotros mismos. Estos 5 principios son recordatorios esenciales que pueden ayudarte a cuidar mejor… empezando por ti. WandaGisela
Y estos 5 principios… son justo eso. Es una guía sencilla, pero poderosa. Esta guía me ha ayudado a cuidar mejor—empezando por mí.
Imagen oficial de Nexflix
1. No puedo cuidar de los demás si antes no cuido de mí mismo
Este principio es simple, pero poderoso. Si estás agotado, frustrado, sin dormir o emocionalmente drenado, no puedes dar lo mejor de ti. No se trata de egoísmo, se trata de supervivencia. Priorizar tu bienestar físico, mental y emocional no es un lujo: es una necesidad.
Hazlo hábito: Respira profundo. Come bien. Duerme lo que puedas. Sal a caminar aunque sea 10 minutos. Habla con alguien de confianza. Cuídate.
2. Mis necesidades son tan importantes como las de la persona a la que cuido
No eres un robot ni una máquina de cuidados. Eres humano. Tienes hambre, miedo, sueños, emociones y también mereces apoyo. Cuidar no significa desaparecer, significa coexistir en este proceso con empatía y equidad.
Hazlo hábito: Reconoce tus emociones sin culpa. Permítete llorar, reír, descansar, disfrutar. Tienes derecho a sentir y a ser cuidado también.
3. Cuidar a alguien es difícil. Por eso, tengo que dar el 100%… y mantener una actitud positiva
Sí, el cuidado exige mucho: energía, paciencia, amor. Y aunque hay días en que solo damos el 40%, lo importante es darlo desde el corazón. Mantener una actitud positiva no significa fingir que todo está bien. Es decidir ver lo bueno incluso en medio del caos.
Hazlo hábito: Agradece lo pequeño. Celebra los logros del día, por mínimos que parezcan. El cuidado también tiene momentos hermosos: no los dejes pasar.
4. Nunca olvides los pasos: preguntar, escuchar, observar, ayudar… y volver a preguntar
Este principio es oro puro. Muchas veces creemos saber lo que el otro necesita, pero cada persona tiene su propio ritmo, sus emociones, su voz. Escuchar y observar te conectan de verdad. Ayudar desde ahí, con empatía, cambia todo.
Hazlo hábito: Haz preguntas abiertas, escucha con atención, observa gestos, silencios, actitudes. Y si no estás seguro, vuelve a preguntar. El cuidado también es comunicación.
5. Tú también importas
Este no estaba en tu lista, pero me permito incluirlo como un cierre necesario: tú también importas. Tus sueños, tus pausas, tus hobbies, tu identidad. No dejes que el rol de cuidador borre tu esencia.
Hazlo hábito: Repite esta frase: “No me estoy olvidando de mí, estoy encontrando nuevas formas de estar presente.”
Un recordatorio final
No estás solo. Cada día que te levantas a cuidar de alguien más, también mereces cuidado. Estos principios no son reglas estrictas, son luces que puedes seguir en los días buenos… y en los difíciles también. Porque cuidar no es solo acompañar… también es resistir, adaptarse, sentir, cansarse y volver a empezar.
Si hoy te sientes abrumada o estás dudando si lo estás haciendo bien, vuelve a estos principios. Léelos con calma. Respira. Y recuérdate: lo estás haciendo con amor, y eso ya vale muchísimo.
¿Cuál de estos principios necesitas abrazar hoy? Te leo.
¿Sabías que nuestras canas podrían tener más que ver con cómo vivimos… que con cuántos años tenemos? Yo tampoco lo sabía del todo, hasta que leí un estudio que me dejó pensando. Siempre escuché que las canas son parte natural del envejecimiento, pero la ciencia está demostrando que hay algo más detrás: el estrés puede tener un impacto directo en nuestro cabello.
Investigadores de la Universidad de Harvard ((Harvard Gazette, 2020)) descubrieron que ciertas situaciones de estrés intenso afectan las células madre encargadas de darle color al pelo. Y lo que más me impresionó fue esto: el daño puede ser permanente. O sea, no es solo que el cabello se vea distinto… es que algo dentro de nosotras se agota, y el cuerpo lo muestra.
Lo que realmente pasa en nuestro cuerpo cuando estamos estresadas
Resulta que cuando pasamos por momentos de estrés, el cuerpo activa su sistema de alerta—eso que llaman “lucha o huida”—y se libera una sustancia llamada noradrenalina. Esa sustancia llega hasta los folículos pilosos (donde nace el cabello) y acelera las células madre encargadas del pigmento.
¿Y qué pasa? Que esas células se activan todas de golpe, como si fueran a apagar un fuego… pero se agotan. Se acaban. Y cuando eso pasa, el folículo ya no puede volver a producir color. Lo que nace después… es cana.
No es el sistema inmunológico ni el cortisol, como yo pensaba
Yo juraba que era el cortisol, la hormona del estrés, la que provocaba las canas. Pero el estudio demostró que no. Incluso en ratones sin glándulas suprarrenales (es decir, sin cortisol), el cabello igual se volvía gris. También descartaron la idea de que el sistema inmunológico atacara las células pigmentarias.
Al final, el gran protagonista fue el sistema nervioso simpático, ese que se activa cuando estamos tensas, asustadas o cargadas de ansiedad. Es impresionante cómo esa reacción que alguna vez nos ayudó a sobrevivir como especie… hoy puede dejarnos sin color en el pelo.
Lo más fuerte: el daño es para siempre
Esto fue lo que más me tocó: según el estudio, bastaron unos días de estrés intenso para que los ratones perdieran por completo sus células madre regeneradoras del pigmento. Una vez que se van, no hay forma de que el cuerpo las recupere. Y me quedé pensando… ¿cuántas veces hemos pasado por temporadas así, sin darnos cuenta del impacto que nos estaban dejando por dentro?
Infografía que muestra cómo las células madre se agotan en respuesta al estrés, lo que provoca canas en ratones. Crédito: Judy Blomquist, Universidad de Harvard
Entonces… ¿qué podemos hacer?
Mira, no es que ahora vayamos a vivir obsesionadas con no estresarnos (porque sabemos que eso también es imposible), pero sí podemos hacer algo. Para mí, este estudio es una llamada de atención. Un recordatorio de que el autocuidado no es egoísmo. Es salud. Es prevención. Es respeto por nosotras mismas.
Dormir mejor, tomarnos las cosas con calma, pedir ayuda, decir “no” cuando hace falta, buscar espacios de pausa, de respiración… todo eso cuenta. Porque el cuerpo siempre está hablando. A veces lo hace con cansancio, otras con insomnio, y sí, otras con canas.
“El estrés agudo, en particular la respuesta de lucha o huida, se ha considerado tradicionalmente beneficioso para la supervivencia animal. Sin embargo, en este caso, el estrés agudo provoca un agotamiento permanente de las células madre”, afirmó el investigador postdoctoral Bing Zhang, autor principal del estudio.”
Y sí, nuestras canas también cuentan una historia
Aprendí a ver mis canas no como una señal de vejez, sino como parte de mi esencia. Yo tengo unas canas hermosas, y ni por un segundo se me pasa por la mente pintármelas. Son mi sello de identidad, y la inspiración detrás de mi blog: Canas en Libertad. Algunas llegaron con los años… otras en momentos difíciles, marcadas por el estrés. Pero todas, sin excepción, tienen algo que contar. No las quiero esconder, las luzco con orgullo. Y aunque sé que el cuidado emocional puede ayudar a que no lleguen antes de tiempo, mi intención nunca ha sido evitarlas, sino vivirlas desde el amor. Desde el respeto por mi cuerpo en cada etapa, y el deseo profundo de seguir sintiéndome plena, auténtica y libre.
¿Y tú? ¿Te ha pasado que después de una etapa difícil notaste más canas? ¿Has sentido cómo el estrés se manifiesta físicamente en ti? Me encantaría leerte, porque sé que estas cosas nos pasan a muchas, y hablarlas también es parte de cuidarnos.
📝 Nota importante: El contenido de este blog es únicamente informativo y se basa en investigaciones científicas vistas y leidas en internet, y experiencias personales. No pretende sustituir el diagnóstico, tratamiento ni orientación médica profesional. No soy médica ni profesional de la salud. Si tienes inquietudes sobre tu salud física, mental o bienestar general, te recomiendo consultar con tu médico o un especialista de confianza.
📚 Fuente de la información científica: El contenido de este post se inspira en los hallazgos del estudio liderado por científicos del Harvard Stem Cell Institute (HSCRB), publicado en la revista Nature bajo la dirección de la profesora Ya-Chieh Hsu, especialista en Biología Regenerativa. El estudio explora cómo el estrés activa el sistema nervioso simpático, provocando la pérdida permanente de las células madre responsables de la pigmentación del cabello.
🔗 Puedes consultar la publicación original aquí: Harvard University News – How stress turns hair gray (Harvard Gazette, 2020)
Descubre el secreto del lavado inverso y el cuidado especial para las canas
Cuando pensamos en lavar nuestro cabello, la rutina clásica siempre ha sido primero shampoo y luego acondicionador. Sin embargo, existe una técnica que está revolucionando la forma en que cuidamos nuestro cabello, especialmente si tienes canas, cabello fino, dañado o tratado químicamente. Esta técnica se llama lavado inverso, y hoy te cuento todo lo que necesitas saber para sacarle el máximo provecho.
¿Qué es el lavado inverso?
El lavado inverso consiste en aplicar primero el acondicionador y luego el shampoo. ¿La razón? Este método ayuda a proteger el cabello de la deshidratación, aporta nutrición sin apelmazar y es ideal para quienes buscan volumen y suavidad, especialmente en cabellos finos o con daño estructural.
En el caso de las canas, que suelen ser más secas y porosas, el lavado inverso puede suavizar la hebra capilar antes de limpiar, evitando que el shampoo arrastre en exceso los aceites naturales que ayudan a mantenerlas nutridas y brillantes.
Beneficios del lavado inverso para el cabello con canas
✅ Reduce la sequedad que muchas veces afecta a las canas. ✅ Protege la fibra capilar antes del shampoo, evitando el exceso de frizz. ✅ Ayuda a mantener las canas más suaves, manejables y brillantes. ✅ Evita que el cabello se sienta pesado o aplastado después del lavado.
Paso a paso: Rutina completa para cuidar las canas y mantenerlas blancas y luminosas
A continuación, te comparto una rutina sencilla y efectiva para mantener las canas blancas, libres de pigmento amarillento y saludables:
1. Acondicionador (Primero, para lavado inverso)
Aplica un acondicionador ligero o específico para cabello blanco o canoso desde medios a puntas. Déjalo actuar de 3 a 5 minutos. Este paso protege y prepara el cabello para la limpieza.
👉 Tip: Si tu cabello está muy seco, puedes aplicar un acondicionador más nutritivo.
2. Shampoo matizador o para canas
Después de enjuagar el acondicionador, aplica un shampoo matizador violeta o azul. Estos shampoos neutralizan los tonos amarillos no deseados en las canas.
Masajea suavemente y déjalo actuar según las instrucciones (usualmente 3 a 5 minutos) para que haga efecto.
👉 Tip: No uses el shampoo matizador en cada lavado, alterna con un shampoo hidratante para no resecar.
3. Mascarilla nutritiva (1 vez a la semana o según necesidad)
Aplica una mascarilla específica para cabello blanco o hidratante profunda. Deja actuar entre 5 a 10 minutos. Este paso restaura la hidratación y aporta suavidad.
👉 Tip: Busca mascarillas con antioxidantes y sin pigmentos amarillos.
4. Acondicionador final o leave-in (opcional)
Si lo deseas, puedes aplicar un poco de acondicionador sin enjuague (leave-in) para facilitar el peinado y proteger las canas del sol o el calor.
Consejos adicionales para mantener tus canas blancas y saludables
✨ Evita herramientas de calor excesivo y si las usas, aplica protector térmico. ✨ Protege tu cabello del sol con productos que incluyan filtro UV, ya que las canas son más sensibles. ✨ Mantén una hidratación regular, alternando productos matizadores con productos nutritivos.
¿Cada cuánto debo hacer lavado inverso?
Puedes practicar el lavado inverso cada vez que laves tu cabello, especialmente si notas que está seco o sin vida. Si tu cabello es muy graso, puedes limitarlo a una o dos veces por semana.
Conclusión
El lavado inverso no solo es una técnica innovadora, sino una gran aliada para mantener las canas suaves, brillantes y sin pigmentos indeseados. Con una buena combinación de productos y este método, tu melena lucirá espectacular, elegante y saludable.
El Cuidado de la Piel Madura y los Cambios Hormonales
A medida que las mujeres atraviesan las diferentes etapas de la vida, como la peri, meno y postmenopausia, la piel experimenta una serie de cambios significativos. Durante la perimenopausia, que puede comenzar en los 40 o incluso antes, los niveles de estrógeno comienzan a disminuir, lo que puede provocar sequedad, sensibilidad e incluso brotes inesperados. En la menopausia, la piel pierde elasticidad y firmeza debido a la disminución del colágeno y la hidratación natural, mientras que en la postmenopausia, estos efectos se consolidan y pueden aparecer arrugas más pronunciadas, adelgazamiento cutáneo y una mayor tendencia a la sensibilidad.
Por ello, es esencial adaptar la rutina de cuidado facial para abordar estas necesidades específicas, comenzando por la limpieza. Un buen limpiador facial elimina impurezas sin agredir la barrera cutánea y, según su formulación, puede aportar hidratación, luminosidad y confort. A continuación, te presentamos una selección de los mejores limpiadores faciales disponibles en farmacias y tiendas por departamento, ideales para mujeres mayores de 50 años, según su tipo de piel.
1. Piel Seca
La piel seca tiende a perder humedad y puede sentirse tirante. Es fundamental optar por limpiadores que hidraten y restauren la barrera cutánea.
@wandagisela
CeraVe Hydrating Facial Cleanser Contiene ceramidas y ácido hialurónico, ingredientes que ayudan a mantener la hidratación y a reforzar la barrera protectora de la piel. Su fórmula suave limpia sin resecar, dejando una sensación de suavidad.
La Roche-Posay Toleriane Hydrating Gentle Cleanser Formulado con niacinamida y ceramidas, este limpiador elimina las impurezas mientras hidrata y calma la piel, siendo ideal para pieles sensibles y secas.
Neutrogena Ultra Gentle Hydrating Cleanser Diseñado para pieles sensibles y secas, este limpiador hidrata y limpia sin causar irritación, gracias a su fórmula sin fragancias ni sulfatos.
2. Piel Mixta a Grasa
Para este tipo de piel, es esencial utilizar limpiadores que regulen la producción de sebo sin deshidratar.
La Roche-Posay Effaclar Purifying Foaming Gel Especialmente diseñado para pieles grasas y sensibles, este gel limpia profundamente los poros, eliminando el exceso de sebo y dejando una sensación de frescura sin resecar.
Bioderma Sebium Foaming Gel Su fórmula purificante ayuda a limpiar la piel sin alterar su equilibrio natural, previniendo brotes y dejando una sensación de limpieza profunda.
3. Piel Sensible
Las pieles sensibles requieren limpiadores que eviten irritaciones y aporten calma.
Avène Tolérance Extremely Gentle Cleanser Lotion Este limpiador sin enjuague elimina suavemente las impurezas y el maquillaje, respetando la sensibilidad de la piel y proporcionando una sensación de confort.
Cetaphil Gentle Skin Cleanser Reconocido por su fórmula suave, este limpiador es ideal para pieles sensibles, limpiando sin irritar y manteniendo la hidratación natural de la piel.
Vichy Pureté Thermale 3 en 1 Su fórmula hipoalergénica limpia, tonifica e hidrata la piel sensible sin necesidad de enjuagar, lo que lo hace ideal para pieles reactivas.
Consejos para una Limpieza Eficaz
Elige un limpiador adecuado para tu tipo de piel: Evita productos con sulfatos y alcoholes que puedan resecar o irritar.
Limpia tu rostro dos veces al día: Por la mañana para eliminar toxinas liberadas durante la noche, y por la noche para retirar maquillaje e impurezas.
Usa agua tibia: El agua caliente puede deshidratar y sensibilizar la piel.
Complementa con una crema hidratante: Una buena hidratación posterior ayudará a mantener la barrera protectora de la piel.
Consulta con un dermatólogo: Si tienes dudas sobre qué producto es el mejor para ti, busca asesoramiento profesional.
Mantener una rutina de limpieza adecuada es el primer paso para una piel saludable y luminosa a cualquier edad. Elige productos que se adapten a tu tipo de piel y necesidades específicas para obtener los mejores resultados.
NOTA: Imagenes creadas con IA La información que comparto tiene fines informativos y educativos únicamente. No constituye asesoramiento médico ni pretende sustituir la orientación, diagnóstico o tratamiento de un profesional de la salud. Siempre recomiendo consultar con un médico u otro profesional de la salud calificado ante cualquier duda o inquietud relacionada con tu bienestar o el de tus seres queridos.
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